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Biomecánica del pie en carrera y su relación con el calzado

En vista de que parece ser la época de las zapatillas “para supinadores o pronadores”, porqué no recordar a los corredores la forma más efectiva o fisiológica, mejor dicho, del pie en carrera, y a ser posible con un calzado deportivo neutro. Ya que aprovechando el momento, estas determinadas zapatillas ni me gustan ni las recomiendo a mis pacientes, debido a que en cualquier caso, aparte de otros motivos, los grados necesarios de supinación o pronación para el pie de cada deportista nunca serían los mismos.

Hace un tiempo encontré esta foto que refleja un movimiento de pronación durante una carrera. Analizamos la foto de seriación de un pie derecho, en la que se puede apreciar que el sujeto de esta prueba resulta tener una pronación excesiva y puede ser propenso a lesionarse.

Todos hemos visto correr a alguien, como un acto natural y común. Vistos de perfil, la mayoría de los corredores de largas distancias al trotar y correr (existen excepciones) contactan el suelo inicialmente con el talón, después se observa el apoyo total del pie sobre el suelo y enseguida se da el despegue con la parte anterior del pie, para dar el siguiente paso o zancada con el otro pie. La complejidad y cantidad de movimientos y apoyos que realizan los tobillos y los pies de cada atleta al trotar y correr, se observa por detrás (de espaldas).

Primero analicemos lo que le ocurre a un corredor con pisada normal, eficiente o biomecánicamente correcta. Durante la carrera, de manera general, aunque también existen las excepciones, la primera zona que hace contacto con el suelo es la parte externa del talón. Esto se debe a que previo al primer contacto, el tobillo se mueve hacia su lado externo definiendo un movimiento denominado de supinación. Dicho movimiento es normal y prepara al pie para dar el primer apoyo.

Una vez que el talón ha contactado el suelo, el tobillo realiza un movimiento normal de rotación interna (es decir, el tobillo gira o se tuerce ligeramente, lo mismo que la pierna), al mismo tiempo que el pie comienza a apoyarse sobre el suelo comprimiendo ligeramente la bóveda plantar. Dicho movimiento se denomina de pronación y es vital que se realice porque cumple con dos funciones básicas: amortigua de manera natural el impacto y adapta el pie a la forma e inclinación del suelo sobre el que se corre. ¿Y tanta pronación es normal? Aquí hay diferencia de opiniones, pero la mayoría de los profesionales coinciden en que el eje del talón debe estar perpendicular al suelo.

A continuación se da el segundo apoyo del pie sobre el suelo. Observé que tanto el pie como el tobillo y la pierna se alinean para definir el apoyo sobre el suelo, lo que se define como retropié neutro. Tal apoyo y alineamiento tienen el objetivo de preparar los músculos y ligamentos del pie así como al tendón de aquiles para ejecutar de la manera más eficiente el despegue, que en un pie calzado se da con la parte central o ligeramente externa del calzado, definiendo de nuevo un movimiento de supinación.

En resumen, tanto los tobillos como los pies calzados con zapatillas en un deportista con pisada eficiente o normal, se mueven y «tuercen» conforme se desarrolla el paso de carrera, de afuera hacia adentro (en el contacto del talón sobre el suelo e inmediatamente después en el primer apoyo, respectivamente) y de adentro hacia fuera (en el segundo apoyo y durante la fase de despegue, respectivamente). Los últimos estudios destacan que aproximadamente el 30% del total de los corredores son atletas con pisada eficiente o normal.

Podología deportiva.

Violeta Sánchez

 

 

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