La planta del pie se encuentra cubierta de una gruesa capa de tejido conectivo llamada fascia plantar. Esta transcurre desde el tubérculo medial del calcáneo hacia el complejo metatarso-falángico, protegiendo las estructuras neurovasculares y miotendinosas que discurren a lo largo de la planta del pie.
Además, tiene un rol fundamental en la biomecánica del pie. Soporta el arco longitudinal medial y su capacidad de deformación elástica permite la adaptabilidad del pie a terrenos irregulares y actuar como elemento de absorción de impactos contribuyendo además al ciclo propulsivo de la marcha.
La manera en la que se comporta la fascia plantar durante la marcha se describe mediante el “Mecanismo de Windlass”. Este es un modelo biomecánico que explica la transmisión de la tensión desde la fascia hacia la musculatura de la cadena posterior, siendo un medio funcional de transmisión de las fuerzas. Se realiza a partir de la flexión dorsal del primer dedo, que tensa la fascia elevando el arco longitudinal medial, supinando el retropié, rotando externamente el miembro inferior y rotando la pelvis homolateralmente.
Un buen mecanismo de Windlass permite la transmisión efectiva de las fuerzas de la ejecución del paso, haciendo posible una función armónica de la zancada. Durante la marcha, el mecanismo de Windlass tiene 3 fases:
1. Fase ACTIVA: Inicia poco antes del apoyo del talón en el suelo. La musculatura dorsiflexora se activa en concéntrico y la flexión dorsal del primer dedo tensa la fascia plantar generando una elevación del arco longitudinal medial y una supinación del retropié.
2. Fase INVERSA: Tiene lugar para buscar el apoyo total del pie en el suelo. En esta fase la musculatura dorsiflexora se activa de forma excéntrica con el objetivo de amortiguar el impacto y frenar el descenso brusco del arco longitud medial y la pronación excesiva.
3. Fase PASIVA: En esta fase buscamos la elevación del talón y transmitir la fuerza al antepie para la propulsión del paso. Para ello, la musculatura flexora plantar se activa más y el primer dedo se dorsiflexiona pasivamente, tensando la fascia y generando la elevación del arco y la supinación del retropié.
La ineficiencia de este mecanismo está relacionada con diversas disfunciones musculoesqueléticas, como son la fascitis plantar, la predisposición a aparición de espolón calcáneo, un aumento de tensión en el tríceps sural, la tendinopatía del tibial posterior, la tendinopatía aquiliana, entre otros mucho. Por suerte, este mecanismo es relativamente fácil de valorar con el Test de Jack.